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jácaras reales

Un chico de Split

Un chico de Split Desde que se hizo jugador de baloncesto de primer nivel hasta el día de hoy, han pasado casi veinte años. He leído en una reciente entrevista que tiene intención de seguir jugando un año más, que su intención no es regresar a Europa, sino la de continuar participando en la mejor liga del mundo. Ya no es el jugador que dominara las canchas a su antojo, o ese jugador complemento para que en Chicago, a la sombra de Jordan, la ciudad del viento viese conseguir tres de los seis únicos anillos de campeón del club. Sus estadísticas nunca arrojaron la verdadera luz del juego de este chico, nacido en Split en septiembre de1968. A sus, pues, 36 años, puede, o no, que la noche del 20 de abril de 2005 haya escrito una de sus últimas líneas como baloncestista. Apodado La pantera rosa, La araña de Split, su capacidad para ganar títulos la dejó bien patente desde sus inicios, como en aquel campeonato mundial junior del 87 en Palma de Mallorca, donde deslumbró a los seleccionados americanos con 11 triples conseguidos en aquella final. Nacía para el gran públco el mayor talento técnico que había conocido Europa dentro de una cancha de baloncesto.

Decía a menudo que una canasta hacía feliz a un jugador, pero que una asistencia hacía feliz a dos. Con sus 2’07 desempeñó como nadie (mejor que los bases puros de sus equipos) el papel de play-maker allá donde jugaba: en la extinta selección yugoslava de los 80, en sus equipos de club, Jugoplastika, Benneton, incluso en Chicago. Pasó de plantilla en plantilla, año tras año, su nombre fue quedando en el olvido, para el más aficionado incluso. Para quien suscribe ver sus estadísticas, después de que él hubiera disputado un encuentro, suponía la primera satisfacción del día, si había obtenido unos buenos números. Si las cifras decían lo contrario, siempre le sacaba uno el mayor jugo a su estadística: ah, pero ha puesto 3 tapones... sólo metió 9 puntos, pero dio 7 asistencias. Me he identificado tanto con él, que hasta me dijeron en su día que me unía cierto parecido físico.

Puede que haya habido otros jugadores más anotadores, más killers en Europa, pero el talento le llamaba a hacer otras cosas. Preferí siempre sus apenas veinte puntos por partido, sus pases antológicos, su desgarbada figura en comparación con su altura. Un chico de Split que abandonó su puesto de extremo izquierda de sus años jóvenes en el Hadjuk, para ser un genio del deporte de la canasta. Porque para ello estaba destinado este zurdo de oro, ese eterno número 7 llamado Toni Kukoc.

1 comentario

Paolo -

Sí, Kukoc es muy bueno, pero lo del mejor talento técnico me parece que le queda un poquito grande. Había por ahí un tal Drazen Petrovic que merece más que él ese título. (Y luego está también Sabonis...)