La voz de sus palabras
Escuchar la voz de un genio, el caso de Cortázar, relatando uno cualquiera de los pasajes de su obra adquiere una dimensión de marcada individualidad que hace que, si luego lees otro cualquiera de los pasajes de su obra, no puedas sino leer sus frases como sólo el lo hace. Imaginas cómo lo leería él. Pero es que la voz de Cortázar, Julio, no es una voz neutra o convencional o arreglada, sino que es un timbre como delator de su nacimiento y estadía en Europa, de argentino exiliado, con la añadidura de ser una voz con dificultad de pronunciar ciertas fonemas, una voz que te dice que está jugando contigo, ya sea desde el escrito o desde la misma forma que tiene de dirigirse al potencial oyente.
Hay grabaciones oficiales de su voz, que lee ante un auditorio o no. Flemático más que los ingleses, si bien unique chanteur de la vie parisienne, et boheme, et amoureuse, es una voz, mais oui, afrancesada, cómplice, y que además multiplica el efecto de texto investido por debajo de la realidad y las palabras. Es una voz con tamaño y fondo y volumen. Una voz que incrementa sus famas.
Hay grabaciones oficiales de su voz, que lee ante un auditorio o no. Flemático más que los ingleses, si bien unique chanteur de la vie parisienne, et boheme, et amoureuse, es una voz, mais oui, afrancesada, cómplice, y que además multiplica el efecto de texto investido por debajo de la realidad y las palabras. Es una voz con tamaño y fondo y volumen. Una voz que incrementa sus famas.
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