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jácaras reales

Teloneros

Teloneros Al azar, solamente con escoger dos autores como Alejandro Casona y Carlos Arniches, y leyendo sus obras, es como uno se da cuenta de que hay gente por ahí olvidada. Demasiado olvidada. De que uno lee La señorita de Trevélez o La sirena varada o Las tres perfectas casadas y resulta que no te aburres, sino todo lo contrario. De que Casona no es sólo un escritor “interesante” (como reza la tapa del libro de la época), sino un autor como la copa de un pino.
Y de que Arniches dista de ser sólo aquél que cultivaba el género del sainete, porque sainete parece que siempre ha sido sinónimo de simplezas o bagatelas. Arniches divierte, cosa rara a veces. Con esa pretensión firmaría cualquiera que empieza la primera línea de algo, y también lo rubricaría hasta terminar con la última. Y es que a éstos hay que leerlos. Porque además eran años los suyos para poner, como ellos hacían y muy bien incluso fuera de su España, el dedo en la llaga.

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