Esfera (VII)
Hay algo que continúa siendo muy claro cuando se prueba el amargo sabor de la derrota. Lo amargo que sabe el dolor de la derrota. Hasta la inercia del empate se tenía que acabar justo en el día en que quizá no hubiera sido mal bienvenida. Y duele más si ocurre en casa. Y no le llena a uno el dirigir las miradas al juez Moreno, aunque tenga su participación extra en el resultado. No más que duele la derrota, pero más por ser la primera. El peor consuelo, que habrá más, y que seguirán siendo igual de amargas que la primera.
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