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jácaras reales

Lacrimosa

Lacrimosa

El Gustavo Adolfo Bécquer primero, dicho sea un Bécquer leído con los ojos de la infancia, de la inocencia, puede que sea el mejor Bécquer que le quede a uno, cuando relee con los años las rimas y las leyendas. Prefiero Rayo de luna y El Miserere, pero no me olvido de La ajorca de oro ni de Maese Pérez, el organista. Tenebrista era, nada le tiene que envidiar en ese sentido al Bierce más sombrío.

“Ella era hermosa, hermosa con esa hermosura que inspira el vértigo”. La ajorca de oro la empieza así, y claro, por mucho que lo intentes no puedes deshacerte de su prosa, o poesía en prosa. “Ella era caprichosa, caprichosa y extravagante, como todas las mujeres del mundo”. Y con los ojos de la infancia hay que leer la respuesta que María Antúnez le dice a la pregunta de Pedro Alfonso de Orellana.

- ¿Por qué lloras?

... 

- No me preguntes por qué lloro, no me lo preguntes, pues ni yo sabré contestarte, ni tú comprenderme.

La editorial, Libra o la Austral.

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