Espíritus
Pero qué buena es Last waltz, qué bien lo hace Scorsese y qué pedazo de documento sonoro. Único. En el concierto que motiva la película echan el telón los componentes de la mítica The Band, aquel grupo que funcionó en los 70 porque era imposible que hubieran sobrevivido en otra época. Robbie Robertson era el líder y se nota. Tiene la cara de líder. Scorsese entrevista a los miembros de la banda en los últimos días de existencia del grupo como tal. Y los retrata. Tal como son cada uno. Los retrata mejor que lo hubiera hecho Durero, si viviera.
Esto de los últimos conciertos da mucho juego. Como con el último concierto en la azotea de Abbey Road que hicieron los Beatles. Aquí llamaron a varios amigos. Y salen EmmyLou Harris, Dr. John, Joni Mitchell, Eric Clapton, Muddy Waters. O Ron Wood y Ringo Starr. Y Bob Dylan. Y tú ves el concierto y te da pena que estos chicos no dieran más conciertos. Y los sientes por ellos. Llevaran la vida que parece que llevaron. Porque, en cuanto suena The weight, te olvidas de todo. Y mira que es buena esa canción. Y así cuando acaba, como que se te forma un apretón allá por donde se encuentre el espíritu y te dices que, cuando acabó este último concierto, se acabaron con él muchas más cosas. 1978.
Y Bob Dylan siguió. Y Scorsese, al poco tiempo, con Toro Salvaje, siguió, después de caer en la peor depresión. Y ahora está el No direction home, que habrá que verlo. Para ver, más que nada, si te vuelven a transportar a las mismas sensaciones que le transmiten a uno volver a escuchar el último vals.
3 comentarios
Miranda -
Mayte Espin -
Anónimo -