Con una sola condición
Norman Granz no es un nombre más de los que aparecen siempre en la contraportada de los discos. Si en el jazz hubo algo parecido a la Metro Goldwyn Mayer sería Verve, la compañía que fundó Norman Granz por la que pasaron tantas estrellas como tenía el firmamento. También podría haber sido David O. Selznick.
Norman Granz se sacó de la chistera el Jazz at the Philarmonic para que todo el mundo supiera lo realmente cojonudo que podía ser el jazz. La ventaja que tuvieron todos los músicos de jazz es que a Norman Granz, como a un niño le gusta un caramelo, le gustara esta música.
En el Jazz at the Philarmonic tocaban músicos blancos y tocaban músicos negros. La única condición que les pedía era que supieran tocar jazz. Si había algo que no soportara este judío-ucraniano es que hubiera gente que todavía pensase que andaban en la era de las plantaciones.
La primera cosa que me grabé del Cifu, aquel verano de 1994, fue un Jazz at the Philarmonic del año 57. Coleman Hawkins y Roy Eldrigde y Lester Young y Stan Getz y Jay Jay Johnson, repetían incesantemente ese riff del Stuffy que me acabé de aprender de memoria.
De vez en cuando merece la pena perder un poco el tiempo explicando cómo se las gastaba la gente como Norman Granz.
3 comentarios
Ogigia -
Erradizo -
Abrazos
Olvido -
Pero entonces tú haces este post (que eres una de mis referencias académicas en este universo jazzístico) y pienso: "ves, ves, Verve es muy grande".
Besos, miles