Doinel et Victor

L’enfant sauvage (me gusta más el título en francés) contiene unas escenas ciertamente de las más conmovedoras del cine en general. Lo del niño protagonista es de nota, porque no sabes si realmente es un niño inadaptado, con problemas y sacado de la nada (en varios momentos mira a la cámara como si ésta fuera una extraña, una invasión a su intimidad), o es un actor infantil entrenado para la película. Le ponen de nombre Victor, por una razón. Es bueno que el espectador se sienta incómodo ante algunas escenas. Al final de la película hay una escena en la que lloro, pero no es cuestión de destriparla. Pequeña obra maestra.
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