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jácaras reales

El coche de los recuerdos

El coche de los recuerdos

Hablo de cuando el objeto oficial y oscuro de nuestros deseos todavía se llamaba Norma Jean. El cine balbuceaba nada más, si acaso abría la boca para cantar o para que el galán de moda de turno le dijese lo que le despertaba alguna rubia platino. A la que veis ahí arriba le dio poco tiempo a prodigarse, pero cada vez que se prodigaba era para no olvidarse. A Fellini sus recuerdos de infancia le obligaron en Amarcord a mentarla encerrados en un coche un par de adolescentes o tres, en una secuencia tan inolvidable cuando menos como la famosa ensoñación de la estanquera y su jersey de lana.

Suerte tuvo Clark Gable, suerte tuvo que se la llevó entre forillos de noche y tormenta, por aquellos mares del sur. Aquellos tiempos en que los guionistas ponían en boca de las rubias platinos las frases de doble sentido que la dictadura de Hays apenas podía evitar. Me jode un poco que esté demasiado olvidada. Pero hoy, porque me da la gana, estoy hablando de ella. Porque me gustan muchísimo todas las fotos que le hicieron en su día. Porque no hay derecho que alguien se muera con los 26 años apenas cumplidos. Porque me estoy imaginando la escena del director del estudio intrigando sobre el nombre artístico de alguien que nació Harlean Carpentier. Porque guardo la esperanza de que Jean Harlow fuera otra maravillosa morena que sucumbió un día a los encantos del fabuloso rubio platino.

Me jode un montón no acertar en qué foto ponerla.

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