Un par de milagros o tres
A veces ocurren milagros cuando menos te lo esperas y vuelves a creer que los milagros existen. Ya que no en la vida diaria, ya que no en lo que a las ilusiones mundanas se refiere, ya que no en lo que siempre sale mal, sí en el otro disco que me compré ayer por un euro. El milagro sucede cuando oyes cantar a Ginger y Fred y uno se da cuenta de que estás viendo la película, Sombrero de copa o Ritmo loco o Sigamos la flota. De que estás viendo a Edward Everet Horton haciendo de Edward Everet Horton y al extraordinario Eric Blore haciendo de buen actor. Y de que estás viendo el tap de Fred y la cintura de Ginger. Las películas de Ginger y Fred están suspendidas en el tiempo, Fred Astaire estará por siempre suspendido en el tiempo y en el espacio dándole al tap y lanzando a la Ginger que nunca besó hacia el cielo y las estrellas. Bonito el homenaje de Fellini en su Ginger y Fred. Shall we dance es de Gershwin y resume todo ese espíritu. Escucho el Cheek to cheek y luego el Night and day, todo por el euro más satisfactorio del año. Me acuerdo ahora de la película dentro de la película de La rosa púrpura de El Cairo, una de las tres mejores películas de Woody Allen, donde hay un milagro que traspasa la pantalla del cine. Las películas de Fred Astaire están suspendidas en el tiempo como la película dentro de la película de La rosa púrpura de El Cairo. Igual que nunca quiero que se me acaben las películas de Woody Allen, no quiero que se me acaben las películas de Fred Astaire ni que se me acabe de escuchar nunca ese Shall we dance. Porque nunca quiero que se acaben los milagros, porque me da pena. Ahora digo que me parece de puta madre que Manhattan sea en B/N. Y Zelig. Ya he nombrado las tres mejores películas de Woody Allen.
A veces ocurren milagros por un euro y hasta se te olvida que cada 5 de octubre cumples cada vez más años. Gracias a Ginger, a Fred y a tipos como Woody Allen.
2 comentarios
al -
Olvido -
Felicidades y besos por millones