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jácaras reales

Como la primera vez

Como la primera vez

Me cuesta decir que este blog (ia) se ha acabado. Me cuesta dar el salto a la nueva etapa de las jácaras reales. Aquí podréis, si lo tenéis a bien, seguirme en el futuro. Me acuerdo todavía del primer post, de la foto de Donna Reed. Que no es la de arriba, pero está acompañada. Ya sabéis algunos, una vez a mí me llamaron Jimmy

Ya sabéis dónde os espero.

AH!

AH!

(c) Bob Willoughby

Una de las razones por las que me guste tanto My fair lady (recuerdo un experimento que hicieron una vez en TV, la emitieron dos veces, una detrás de otra, la primera vez doblada hasta en las canciones, la segunda en completa y exclusiva versión original) es la persona que está sentada a la izquierda de la foto. La bicicleta lleva su nombre impreso, Cukor le escucha. Hay una escena, cuando canta el I could have danced all night, que vale la entrada.

Primer plano


Me gusta cómo mira a quien le mire Billie en este video. Me gusta de siempre la canción. Me gusta la letra, me gustan los pendientes, me gusta el piano que le acompaña. Me gusta que sólo se vea su cara. Me gusta que se le vea el resto. Que le aplaudan (dónde está). Me gusta el vestido que lleva. La sombra.

Ball of fire

Ball of fire

Esta película no la he visto. Lo mejor es que de esas películas con las que te da gusto perder tiempo buscando aunque no las encuentres. Y tampoco sabía cómo entrarle a Barbara Stanwyck para dedicarle un post. Saldo la deuda.

Bluesy

Bluesy

(c) Leo Fuchs

Preciosa fotografía y preciosa Joanne Woodward en 1960. À Paris. Lo más probable durante el rodaje de la película Paris blues (en España, dando la nota, tenía que llamarse Un día volveré), en la que coincidía con su marido. Dentro de poco, un año sin blue eyes.

I hear music

I hear music

(c) Don Hunstein

Me gusta bastante la cara que puso Duke Ellington en el año 1959 cuando, en el transcurso de la grabación del disco Jazz Party, Dizzy Gillespie o afinaba su trompeta o ensayaba alguno de los temas de Duke. Me gusta darme cuenta en estos casos de la mirada perdida en un punto indeterminado cuando estás escuchando un piano, el saxo o el contrabajo. Igual ni me doy cuenta de que hasta pestañeo menos.

Black

Black

A veces no tengo claro quién sería Coltrane en el cine. Si Denzel (por aquello de la edad, o por aquello de Mo’ better blues, o porque sencillamente es uno de los mejores), o si sería Morgan Freeman (que mientras espero con impaciencia ese Mandela de Clint Eastwood sigue siendo uno de los más grandes, sino el que más) lo sigo pensando y mascullando mientras escucho por enésima vez este Giant Steps. Lo pienso mientras miro y remiro esta foto de Dios. Porque a veces podría ser el uno o lo podría ser el otro, sobre todo si Coltrane continuase girando octogenario por los veranos de Europa.

Sigo buscando posibles fotos y me encuentro con esta foto. Hace poco me compré, porque el precio me lo pedía, el libro de las fotos que William Claxton le hizo a Steve McQueen. En ese libro no aparece esta foto porque en primer lugar la foto también la hizo Jim Marshall. Lo típico es preguntarse: de qué demonios estarían hablando Steve McQueen y el príncipe de las tinieblas. Por qué hay fotógrafos que siempre están en el lugar adecuado en el momento oportuno. Yo también quiero ser así de mayor.

Green Dolphin Street

Green Dolphin Street

¿Razones por las cuales, domingo por la noche, me ha dado por buscar cosas de Bill Evans (una foto que me gustara, cualquier tema, él y su piano) y no otro día y no en otro momento?

Ni la más remota idea. Quizá porque sí.

El tren


Esta película, con todas y cada una de las letras, la he visto repetirse cada vez que un director de cine no puede resistirse y rodar un plano homenaje al inicio real del cine. Lo que fue el fin de trayecto para este tren (primer documental también) que llegaba a la Ciotat en ese 1895 suponía para todos nosotros la suerte de que empezara la magia (y la mentira) pero a bastantes fotogramas por segundo.

(En puridad, el primero en proyectarse fue la salida de los obreros de la fábrica Lumière, pero me da igual)

Vestuarios

Vestuarios

Hay una escena en la película en la que a Jeanne Moreau, a pesar de que no era ni Jules ni Jim, Truffaut le hace vestirse de hombre. François Truffaut y Jeanne Moreau, en esa segunda película en la que ella y el padre de Antoine Doinel coincidieron, hablan. Sobre qué. O se escuchan. O ambas cosas. No sé por qué pero agradezco que Truffaut fuera, al menos ese día, vestido con traje y corbata al set de rodaje. Quizá rodaron o acababan de rodar la escena en la que Jeanne les hace trampa a Jules et Jim para ganarles una carrera en el puente.

When you're smiling

When you're smiling

Hace tiempo que le debía un post a Carole Lombard. Rubia, para variar. Enamoró y le dio los mejores años de su vida a un chico de Cádiz, Ohio, que acababa de protagonizar Lo que el viento se llevó. Me hubiera gustado poner todas las fotos que he encontrado de Carole Lombard. En algunas está con el chico de la otra tacita de plata. Me quedo con ésta, que tiene un algo que no sé explicar, quizá ese tipo de sonrisa.

Speak, brother, speak

Speak, brother, speak

A Harpo Marx le caracterizaban varias cosas. Una es evidente y ni siquiera merece la pena hablarla. Otra, dio origen a su sobrenombre. Otra, que debajo de su gabardina se escondían algunos de los artilugios más insospechados. En una de las películas que más me gustan de cuando los hermanos todavía eran cuatro, debajo de la gabardina Harpo se esconde un lienzo que para Chico es una birria pero que para una banda de ladrones vale, más que su peso, lo que tiene pintado en oro. Una de las integrantes de la banda es esta morena escotada que se le insinúa en escena a Harpo. Harpo Marx se caracterizaba por una cuarta cosa, y era que iba detrás de todas las chicas jóvenes que se le cruzaban en el camino. Y para eso ya se le podía poner por delante el mismísimo rey de Inglaterra. Es por eso quizá que cuando no veía trigo limpio, porque desde su falsa mudez desarrolló ese sexto sentido marxista, o cuando veía que aquello que se le acercaba tenía otro color de pelo, pusiera todo tipo de caras, una de esas otras cosas por las que Harpo empezó siendo mi hermano favorito.

Los otros


A pesar de que los nombres que salen en los créditos concuerden, es complicado confundir a los unos y con los otros. A éstos los acabo de descubrir y practican algo así como la medicina de la música. Necesario tantas veces sería aplicarlos en la actualidad. El cartoon es de 1932.

Enamorarse

Enamorarse

Quería encontrar el póster de alguna de mis películas favoritas, de ésas que puede que, sin ser de llorar, me hagan llorar. Pero se me ha cruzado de buenas a primeras este póster de la única comedia (reconocida) de Alfred Hitchcock y me ha tocado algo por ahí adentro. Puede que la culpa la tenga Shirley MacLaine, que hizo con ésta su primera película antes de enamorarnos a todos y a Jack Lemmon. Y me he quedado con ella.

No jazz

Lo mejor que puedo decir es que veais este genial cartoon. Aunque no sepáis inglés, no tiene desperdicio alguno.

Grande, Tex Avery.

Cats



Lo que no sabía en su momento, cuando se hizo famoso el video de los gatos con la versión que hizo Nina Simone allá por los años 50, es que el video lo hicieron en Inglaterra en los estudios Aardman, los mismos que años después se inventaron a Wallace y Gromit (Nick Park a la cabeza) y un montón de cortometrajes de animación bastante majos.

Era 1987. Lo recuerdo como si fuera ayer.

Fenómenos atmosféricos.

Fenómenos atmosféricos.

No tengo ganas de escribir mucho hoy. Así que la foto de Herman Leonard habla por sí sola. Y la atmósfera de Dizzy también.

Hace calor.

Búfalo no puede dormir

Búfalo no puede dormir

El año que Ginger Rogers le ganó el Oscar como mejor actriz a Bette Davis, a Katharine Hepburn, a Joan Fontaine, el mismo año en que Rebeca le ganó a Las uvas de la ira, a El gran dictador, a Historias de Filadelfia, también ganó el Oscar James Stewart, por Historias de Filadelfia (como director John Ford le ganó a Hitchcock, a Wyler, a Cukor). La noche en que el actor y la actriz ganan el Oscar, ambos dos se hacen una foto de las que pasan a la posteridad. La noche en que Ginger ganó a la Davis o la Hepburn, se hizo esa foto con James Stewart (que ganó a Henry Fonda, a Chaplin, a Olivier). La semana pasada dije que había una foto (la de arriba) que me recordaba mucho a otra muchísimo más reciente en el tiempo. Esa otra foto muchísimo más reciente pertenece a la memorabilia de mi alma gemela, la cual me dirá si tiene una ligera idea de por dónde van los tiros (ya sabes, San Javier)

Me puedo imaginar perfectamente a Ginger Rogers bailando con James Stewart. James Stewart bailando fenomenal aunque lo más que bailó fue (mal) junto a Donna Reed la noche en que se enamoran en Qué bello es vivir. Me parezco a Jimmy, a Lester, o por lo menos creo parecerme, no sólo físicamente (no sé si lo he dicho ya en el blog alguna vez, le dicen algo así a Jimmy en una película: Me enamoré de tu nuca. Y qué pensaste cuando me di la vuelta. Que me tendría que acostumbrar a tu cara).

(Thank you, baby).

Shall we dance?

Shall we dance?

Cuando antes ponían por televisión en horario de cualquier audiencia películas como las que hacían antes, me acostumbré a ver esas películas, me acostumbré a ver películas en B/N y me acostumbré a ver a Ginger Rogers sin saber que era Ginger Rogers, supongo que era al lado de Fred Astaire (Fred Astaire siempre supimos que era Fred Astaire). Ginger Rogers tardó en convencerme, aunque ahora cada vez me llama más la atención. Me gusta cuando le vacila a Fred Astaire. El año que ganó el Oscar lo ganó junto a James Stewart. Tonta razón que hace que Ginger Rogers cada vez me guste más. La foto en la que posan juntos con la estatuilla y en la que Ginger mira/admira a Jimmy la pondré otro día y diré a qué otra foto mucho más reciente me recuerda sobremanera.

Maycomb, Alabama

Maycomb, Alabama

Cuando nos dio nuestros rifles de aire, Atticus no nos enseñó a disparar. Fue el tío Jack quien nos instruyó en sus principios, dijo que Atticus no estaba interesado en armas. Atticus le dijo a Jem un día:

 -Prefiero que disparen a las latas vacías en el patio trasero, pero sé que ustedes van tras los pájaros. Dispara a todos los pájaros azules que quieras, si es que les puedes acertar, pero recuerda que es un pecado matar un ruiseñor.

 Ese fue el único momento que escuché a Atticus decir que era un pecado hacer algo, y le pregunté a la señorita Maudie al respecto.

 -Tu padre tiene razón-, me dijo ella. Los ruiseñores no hacen otra cosa que crear música para que la disfrutemos. No se comen los jardines de la gente, no hacen nidos en los graneros, no hacen otra cosa que cantar su corazón para nosotros. Es por eso que es un pecado matar a un ruiseñor.

(O motivos por los que es obligatorio ver (y leer) una vez en la vida Matar un ruiseñor: Atticus Finch, los hijos de Atticus Finch, el esclavo negro acusado de violación, Robert Duvall)